La inquisición en Granada
Más allá de lo que nos han contado o hemos visto en películas, la Inquisición como institución surge a finales del siglo XII. El motivo fue controlar y juzgar a los herejes, aquellas personas que no adoptaron el catolicísimo como fe.
La iglesia en plena edad media entendió como herejía a todos aquellos grupos religiosos, cristianos o de otras confesiones religiosas, que fueron críticos con el dogma más poderoso del momento, la iglesia de Roma. Durante el siglo XII de los primeros grupos perseguidos fueron los albinenese y seguidamente serán los cátaros, estos últimos también conocidos como “los hombres buenos”. Estos grupos de cristianos defendían una idea diferente de lo que para ellos significaba el mensaje original de Jesucristo. Una vez exterminados los cataros de toda la zona del Llanguedoc, sureste francés, la iglesia siguió buscando enemigos para dar razones a la población iletrada, de por qué Dios seguía castigando a su pueblo con hambrunas y muerte. Así que aquellos que hasta ese momento habían sido el brazo armado de Roma se convertirían a partir del siglo XIII en los nuevos enemigos de la iglesia católica, los templarios. Pronto se olvidó que los Templarios habían sido los custodios de la salvaguardia del Arca de la Alianza, aunque el trasfondo real es el recelo que tenían algunas cortes europeas dado el poder, riqueza y privilegios que tenían. Llegado el siglo XIV Europa vivirá una de sus peores epidemias, parece que Dios sigue enfadado con su pueblo. La gran peste o peste negra acabará con un tercio de la población europea. Es entonces cuando se empieza a gestar la creencia de que ciertas mujeres, malas por naturaleza siendo todas hijas de Eva, debían ser las culpables de aquella tragedia. Y en nombre de Dios y por bula papal, Inocencio VIII sin necesidad de probar nada, dio por oficial la existencia de la brujería. Y estoy hablando de aquellas mujeres, que tras quedarse viudas después de haber perdido a maridos e hijos en las guerras o por la peste negra se convirtieron en curanderas. Mujeres que antes de acudir a la mendicidad o la prostitución prefirieron aprender los usos medicinales de las plantas o ayudando a sus vecinas en los partos. Pero en una sociedad muy supersticiosa esas mujeres fueron consideradas brujas, si no, ¿cómo una mujer iba a sobrevivir sin la ayuda de un hombre?, si sobrevivía tenía que ser cosa del diablo. Tanto miedo se infundo que un grupo de dominicos asignados desde la creación de la Inquisición como los encargados de llevar a cabo el exterminio de la herejía, escribió un libro que no tiene desperdicio, el “Malleus Maleficarum”, y daba testimonio escrito de que las brujas existían y volaban en una escoba. Para rizar el rizo, más tarde, con la imprenta del alemán Guttemberg en el siglo XV este libro se convertirá en un “best-seller” entre los cazadores de brujas, especialmente en los países que a partir del siglo XVI se separan e la Iglesia católica. Las primeras grandes oleadas de caza de brujas son consecuencia directa del Malleus maleficarum debido a la amplia distribución que tuvo el libro. Tan sólo en la Inglaterra anglicana serán ejecutadas por brujas 50.000 mujeres, y el total en los países europeos protestantes unas 100.000. Y no es menos curioso como muchos elementos propios de cualquier cocina; olla, escoba y gatos serán los instrumentos de las brujas.
España, será un caso totalmente diferente al resto de Europa. En 1479 los Reyes Católicos fundaron la Inquisición española, pero para perseguir a los falsos cristianos, especialmente a los judíos conversos. En los reinos de los Reyes Católicos si querías progresar en Castilla o Aragón tenías que ser bautizado como cristiano. Los RR CC nombraban a sus propios inquisidores para que ejercieran sus labores como funcionarios del Estado. Siendo el primero Torquemada. Los procesos se iniciaban normalmente con la denuncia de algún ciudadano, pero cualquiera podía denunciar a su vecino sólo por el hecho de que le cayera mal o hubieran tenido una riña. Y luego y se procedía a interrogar a los supuestos falsos cristianos, que normalmente acaban confesando haber practicado ritos prohibidos. De los más de 4400 acusados, cuales casi 500 acabaron condenados a muerte, la mayoría a morir quemados vivos. Cuando no acaban así, podían ser condenados al destierro, a la cárcel y a latigazos.
En España los juicios que se iniciaron por brujería fueron juicios con un proceso legal, documentados y organizados por el Estado. Para la Inquisición española las llamadas hechiceras no significaron un problema, fueron consideradas mujeres de baja estigma social que no podían influir en la sociedad del momento. Por lo tanto, en este contexto las mujeres españolas tuvieron más suerte que en el caso europeo. Así que, tras los juicios civiles, la mayoría de las consideras brujas españolas eran condenadas a latigazos o destierros. La tradición de conocer plantas medicinales en la península ibérica viene desde antaño, no hay que olvidar al pueblo musulmán y judío que introdujeron todas aquellas plantas medicinales, incluso Felipe II tuvo un jardín botánico en el Escorial. Por lo tanto, en contraposición a las cifras europeas, la Inquisición española juzgo a muchas mujeres, pero sólo 50 fueron a la hoguera en más de tres siglos de Inquisición española.
De acuerdo a esta posición, es un mito hablar de genocidio en países como España por brujería, en cambio, los protestantes exageraron para mejorar su oposición al Imperio español de la época.
Cuando la inquisición llega a Granada durante los primeros años del siglo XVI, las mujeres serán perseguidas por romper la crisma o el crismón de sus hijos recién nacidos, quizás por ser ellas las grandes transmisoras de la cultura dentro del hogar.
Seguro que recordamos a nuestros abuelos gritando -niño, niña… ¡bájate de ahí que te vas a romper la crisma! -. Pues esto era lo que hacían las moriscas y conversas con sus hijos recién nacidos después de bautizarlos en las iglesias granadinas como forma de venganza, clamando al cielo ante un credo en el que no creían. Cuando estas mujeres volvían a sus casas cerraban puertas y ventanas para desbautizar al roro, que así se llamaban a los bebes recién nacidos. A veces para quitarles el óleo sagrado de la frente, el crismón con el nombre de Cristo, estas mujeres frotaban con tal ímpetu en la delicada piel del bebe, que les hacían desolladuras. Si una vecina “cristiana vieja”, nombre que recibían los cristianos cuya sangre no estaba mezclada con judíos y musulmanes, se percataba de la herida en la frente del niño, estas cristianas viejas acusaban a la morisca o a la conversa al familiar de la inquisición, y así se iniciaba el proceso legal contra estas mujeres. Y ¿quiénes fueron los familiares de la inquisición? Pues a pesar del nombre no fueron ni más ni menos que los chivatos en las ciudades y los pueblos, de hecho, en Granada tuvieron mucho éxito persiguiendo a los vecinos granadinos y en Málaga revisando barcos para evitar que entraran al reino libros protestantes.
Como ya comenté durante los siglos XV, XVI y XVII la limpieza de sangre será muy importante, no solamente para progresar dentro de la sociedad y no estar estigmatizado, sino también para poder ingresar en la Universidad de Granada o Salamanca. En la Real Chancilleria de Granada, fundada por los Reyes Católicos tras la conquista de la capital del reino nazarí, se otorgaban ejecutorias de hidalguía para legitimar la pureza de sangre. Un documento que en ocasiones se daban por derecho propio y en otras, teniendo el dinero suficiente para comprar la voluntad de algún oidor, que era el nombre que recibían los jueces en Castilla.